Me siento
en el cómodo sillón
de la indiferencia,
para que sus ojos
dulces y tristes
como ciruelas rojas
no toquen mi sed.
Hoy no quiero sobornos
para mis insomnios,
ni espejos
con constelaciones
de estrellas morenas
para mis sueños narcisos.
Ser océano,
rayo o tormenta,
ni ir a tientas
sobre la mar de su ser
con mis besos de tiburón.
Eduardo D’Attellis
041320